Capítulo 5º

No todo el plomo cayó en el cuerpo de Bedoya; algunas balas dejaron huella en el cilindro de la moto, desprendiéndose trozos de las aletas del motor. La recompensa más alta de la posguerra, 500.000 pesetas, no la cobró nadie.

Esta historia se contaba en voz baja, por miedo a las represalias, y mirando de reojo a las ventanas, en forma de “tic” automático. El piloto de la motocicleta, casado con Teresita, la hermana de Bedoya, fue quien delató al Grandullón de Serdio.

Por consiguiente, “el fuguista” y delator, conocido por su habilidad para escaparse de los presidios, no pudo cobrar “los duros”, pues murió en el intento de llevar a Francia a su cuñado, al que había recogido en el Monte Corona.

Con la desaparición del mito, al instante, nació la leyenda que se había iniciado, meses antes, con la muerte a balazos del Jefe de la Brigada Machado, Juanín.......

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